Roma, en la antigüedad, era
una ciudad bullanguera, ruidosa y
bastante indisciplinada en cuestión de
circulación de vehículos a pesar de ser un dechado de organización
administrativa. Sus calles (angiportus)
no habían sido diseñadas para aquel tráfico. Se llegó a restringir la
circulación de carros a determinadas horas del día.
En las calles había tiendas y talleres de herreros, carpinteros, barberos,
zapateros, laneros, peinadoras, bataneros, carniceros, tintoreros, etc., que no
dudaban en reclamar la atención de los paseantes de la manera más ruidosa e
incluso incómoda para la circulación. A los carpinteros se les permitía sacar a
la calle sus ruedas y
los bataneros sus vestidos, pero debían
colocarlos de modo que no impidieran el
tránsito de los vehículos. Las
autoridades romanas hacia grandes esfuerzos para mantener la libertad de
circulación de peatones y vehículos. Llegó a disponer de un cuerpo de policía
de la vía pública. Para los romanos era muy importante la libertad de
movimiento.
Roma tuvo un servicio oficial de correos (cursus
públicus) muy eficiente bajo las ordenes de un director general (praefectus
etriculorum) a cuyas órdenes estaban los
jefes de distrito (manceps). Por otro
lado, las empresas y grandes señores disponían de correos privados. Cuando el
destinatario vivía en la ciudad se utilizaba un recadero (tabellarius). Eran como los carteros en nuestras ciudades.
En la actualidad todas las
ciudades, incluso los núcleos de población pequeños, disponen de un nomenclátor
de calles. En un primer nivel, el nomenclátor sirve para orientar
geográficamente a los ciudadanos en la urbe y para facilitar el intercambio
comercial y personal. Los nombres de las calles, junto a los números de los
edificios, permiten ordenar la ciudad e identificar los lugares según un
criterio sistemático y racional. Los nombres de calles y los números de casas
tienen gran importancia en el
establecimiento de la vida social moderna de cualquier urbe.
A pesar de que “nomenclátor” es
una palabra latina, a los romanos de aquella época no se les había ocurrido
hacer uno de la ciudad más influyente de
la época. Aunque parezca mentira, las calles y plazas de Roma no
tenían nombre y las casas no estaban numeradas. Debería ser complicado encontrar
el destinatario de una carta en una ciudad de más de un millón de habitantes
Las referencias
que daban para indicarle a alguien como llegar a un lugar eran curiosísimas.
Así lo refleja Terencio en su comedia de “Los hermanos”. El dialogo entre Siro
y Demea, personajes de su comedia, nos puede parecer una cómica exageración, pero
nos da una idea de lo complicado que podría resultar el encontrar una dirección
en la Roma de aquel tiempo.
Así fueron las
referencias que dio el esclavo Siro al anciano Demea:
(…)
Demea.- Pensando estoy dónde le
iría yo a buscar.
Siro.- Yo sé dónde; pero no te lo
diré hoy en todo el día.
Demea.- ¿Qué dices?
Siro.- Lo que oyes.
Demea.- Menudillo he de hacerte la cabeza.
Siro.- Pero es que no sé el nombre de aquel
hombre..., aunque sé el lugar donde está.
Demea.- Dime entonces el lugar.
Siro.- ¿Sabes aquella lonja…, la que está junta a
la carnicería…, a la parte de abajo?
Demea.- ¿Pues no he de saber?
Siro.- Cruza por allí la plaza todo derecho; cuando
llegues allí, hay una cuesta que baja; déjate caer por ella; después a esta
mano hay un oratorio, y junto a él, un callejón estrecho.
Demea.- ¿Hacia qué parte?
Siro.- Allí donde hay también una higuera
silvestre.
Demea.- ¡Ya…!
Siro.- Pues camina por allí.
Demea.- Pero ese callejón no tiene salida.
Siro.- Realmente que dices la verdad. ¡Bah! Me
equivoqué. Regresa otra vez a la lonja:
por aquí, en verdad, irás mucho más pronto y hay menos donde errar. ¿Sabes la
casa de Cratino, éste que es tan rico?
Siro.- Pues cuando la hayas pasado, sigue a la mano izquierda y todo derecho por la
plaza. Cuando llegares al templo de Diana, vete a la derecha, y antes de llegar
a la puerta de la ciudad, junto al mismo abrevadero, hay un molino y enfrente
una carpintería: allí está.
¿Creen ustedes que,
con aquellas explicaciones, el anciano Demea llegaría a encontrar el lugar que
buscaba? Con lo fácil que hubiera sido indicarle por ejemplo: está en la Vía
Apia, nº 95.
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