No sé
muy bien para quien escribo estas líneas, pero
sé muy bien por qué las escribo.
Porque veo cada día chavales por la calle sin mascarilla o con ella al
codo— mirando la pantalla de su móvil y enganchados a Tik-Tok, esa red social que ya supera en
descargas y usuarios a Facebook. También veo chavales cuyo comportamiento es
todo lo responsable y solidario que se les
puede pedir.
Alguno de ellos bien pudiera ser su hijo, su sobrino, su nieto, su
primo o su vecino. Por su actitud, la de los que van sin mascarilla, me parece que van de sobrados por la vida, que están algo empanados con sus móviles y
sus aplicaciones y que fluyen tal cantidad de hormonas de su cerebro, que a éste
ya no le llega para entender lo de la mascarilla. No la llevan o la llevan al
codo, moda estúpida de la que cada dia se ven más seguidores.
Puede que a todos estos, el virus no les mate, ni
siquiera les inoportune, pero debiéramos hacerles entender que, de seguir así,
harán que todos tengamos que encerrarnos, de nuevo, en casa y, además, no van a
encontrar trabajo en su vida. La salud de los demás les importe poco menos que
un bledo.
Supongo que creen que esto del coronavirus, que por lo visto ha venido para
quedarse, no va con ellos y piensan, dada su juventud, que son inmunes al
contagio. Le han perdido el respeto al bicho. El mensaje de que la COVID afecta
principalmente a los más mayores ha
calado en ellos.
No piensan que su comportamiento es como una llama que se
propaga hacia un peligroso polvorín: el contagio a personas de alto riesgo,
entre los que pueden estar sus padres, abuelos, tíos y vecinos. Amigo
navegante, no solo tú te pones malo, sino
que puedes contagiar a la gente que más quieres.
La media de edad de los contagiados en marzo era de 63;
la media de edad de las últimas semanas está en 36/38.
Los últimos datos muestran un incremento significativo de
los contagios entre jóvenes. El informe del Instituto de Salud Carlos III, del
23 de julio pasado contabiliza 7.730 casos entre personas de 15 a 29 años desde el 10 de mayo. Esto e
significa un 21.7% del total y un 56% más que una semana antes.
Sin ir más lejos y
tal y como desprende de los datos de la Consejería de
Salud Andaluza, mientras que en marzo y abril los positivos que rondaban entre de
15 a 29 años apenas representaban un 3% del total en la comunidad
andaluza, pero desde finales de julio y comienzos de agosto se ha multiplicado
hasta diez veces más. Así, de los positivos el 2 de agosto, el 40% tenía menos
de 30 años. Son datos para preocuparse.
A muchos jóvenes les pueden más las relaciones sociales que el miedo al virus. Para estos, los amigos son la prioridad número uno. Es normal escuchar el esto no va conmigo o pensar que no les puede ocurrir, que es cosa de mayores. Pero como den lugar a que la llama de los contagios llegue a prender el polvorín, se saturaran de nuevo los hospitales, nos rondará la muerte, en especial a los que estamos en ese grupo de alto riesgo, se cerraran bares, restaurantes, y muchas empresas y volveremos a otro confinamiento.
Díganle, por favor, a ese que no se la pone, que si no le da la gana de llevar la
mascarilla por por usted, por las
personas que quiere, que por lo menos lo haga por él mismo. Puede que muchos
mayores muramos por su comportamiento insolidario, pero él y sus colegas las
van a pasar canutas en un futuro no muy lejano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario