lunes, 29 de abril de 2019

LA PRIMERA MUJER QUE FUE MULTADA POR EXCESO DE VELOCIDAD


Ya lo dijo Einstein: Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. Aunque la verdad de la frase no radica en la autoridad que tiene quien la dice, sino en lo fácil que es constatar su veracidad a lo largo de la historia.

Aquella sociedad que tanto se sorprendió y alarmó con los primeros automóviles consideraba  que la mujer no debía conducir un automóvil ni por oficio ni por diversión. Esta actividad, argumentaban, no es propia de una mujer. Es una tarea sólo para hombres. Un perjuicio más  de tantos que tenía aquella sociedad de finales de XIX y principios del XX.

El automovilismo era exclusivo de los hombres, bueno, de algunos hombres, los afortunados económicamente como duques, marqueses y banqueros. El privilegio del uso del automóvil se lo  repartían entre la parte masculina de la nobleza y la parte masculina de la nueva y poderosa burguesía. La mujer no tenía cabida en aquel entorno. No obstante  algunas, en verdad pocas porque el automóvil solo era asequible a las grandes fortunas, fueron abriendo su espacio en el uso del mismo y empezaron a conducir automóviles, y a participar y competir con el hombre en las pruebas automovilísticas que se convocaban.





Las mujeres que intentaron manejar uno de aquellos automóviles de finales del siglo XIX y principios del XX  representaban un movimiento de liberación, un espíritu de modernidad y un total desacuerdo con los valores tradicionales. Hay que decir que la revolución del automóvil viene cuando la mujer empieza a conducir.


Entre aquellas pocas estaba nuestra veloz infractora, la duquesa de Uzés. Enviudó después de  10 años de matrimonio. A partir de entonces  fue una mujer independiente económicamente y socialmente y  dirigió su vida y sus hazañas a su antojo. Murió con 86 años.




Como no la quisieron admitir en aquel círculo cerrado de hombres que era el Automibile Club de France, fundó en 1926, salvando todos los obstáculos, el Automóvil Club de Francia de la Mujer y se convirtió en su presidenta.

Multimillonaria y aristócrata, fue una mujer un tanto peculiar. Practicó, además del automovilismo,  la cinegética, la música, la poesía, la literatura, la pintura y, en especial, la escultura. Llegó a ser la presidenta del Sindicato de Pintoras

En un momento de su larga vida, su activismo político lo volcó hacia la defensa del derecho al sufragio de la mujer. En la primera guerra mundial trabajó como enfermera.

Esta curiosa, activa y peculiar mujer fue la primera, junto con Camille du Gast  que consiguió obtener, allá por el año 1897,  un permiso equivalente a la licencia de conducir y fue también la primera mujer a la que denunciaron y le impusieron una multa por exceso de velocidad.


La prensa se hizo eco de tal suceso: La duquesa de Uzés ante el Juzgado. La inculparon de haber circulado a una velocidad “exagerada” por el bosque de Boloña con riesgo de producir un accidente. Por tal com`portamiento tuvo que comparecer ante el tribunal del juzgado presidido por señor Larroumès, juez de paz del distrito decimosexto de París. La comparencia fue el 17 de julio de 1898 y le fue impuesta una multa de 5 francos.

Aquella infracción estaba prevista en la ordenanza de 14 de agosto de 1893. Era como el Código de la Circulación. En su artículo 6 venia a decir:

La autorización (del automóvil) fijará el máximo de velocidad en Paris y en las afueras de París en función de la eficacia de su sistema de frenado. Este máximo no deberá exceder de 12 kilómetros por hora en Paris y en lugares habitados. Podrá circular a 20 kilometros por hora en campo abierto, pero este máximo no podrá admitirse nada más que en carreteras llanas, largas, con curvas poco pronunciadas y poco frecuentadas.  Estos máximos no podrán rebasarse nunca. Los conductores de vehículos deberán, ellos mismos, en cualquier momento reducir las velocidades de marcha por debajo de los máximos indicados cuando las circunstancias lo pidan.

En verdad, no sé como aquel diligente agente de tráfico, cumpliendo con su deber, consiguió saber que nuestra conductora circulaba a velocidad “exagerada”, es decir superando los 12 kilómetros por hora establecidos.

Quizá realizaba el servicio montado en su bicicleta y, llegado el momento, persiguió al vehículo a motor, lo alcanzo, lo detuvo y denunció a su conductora, o quizá, cuando el automóvil paso a su altura apuntó el numero de su matricula y con posterioridad cumplimento la correspondiente denuncia. Sea como fuere aquella mujer fue la primera conductora a la que sancionaron por exceder los 12 kilómetros por hora. 


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