miércoles, 17 de junio de 2020

LA TAREA DE CONDUCIR, EL DILEMA DEL CIEMPIÉS Y LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DEL TRÁFICO


(I)

El conductor o conductora pasa en la autoescuela por un aprendizaje cognitivo y un aprendizaje motor. Con el tiempo acumula kilómetros y automatiza todas las tareas necesarias para conducir. Llega el momento que lo hace  de forma automática, sin pensar. Es entonces cuando manifiesta que conducir es una actividad simple y sencilla, pero no lo es. Es una tarea con un grado alto de complejidad.

Durante sus desplazamientos, el conductor ha de ir, constantemente, haciendo ajustes a la trayectoria que recorre su vehículo. Para ello necesita captar, identificar e interpretar informaciones, analizarlas y, en base a ello, prevenir y tomar decisiones para llevarlas a la practica en un conjunto de acciones ejecutadas correctamente, a la vez que controla los efectos de esas acciones mediante feed-back, que le sirve para procesar nueva información. Y así de forma continua y sin solución de continuidad mientras está a los mandos del vehículo. Conducir es una actividad  no difícil pero sí bastante compleja, aunque a los conductores con cierta experiencia no se lo parezca.


Las tareas básicas de esta actividad se pueden resumir en cuatro: percepción, previsión, decisión y acción. Unas de carácter cognitivo y otras de carácter motor.


Percepción

El conductor percibe, a través de los sentidos, toda la información que le proporcionan el entorno (estado de la calzada, señales, fenómenos atmosféricos, otros vehículos, peatones, etc.), su propio vehículo y su estado psicofísico:

·       Del entorno: el estado y características de la via, señalización existente, situación y velocidad de los demás usuarios, condiciones climatológicas existentes en cada momento, etc.).
·       Del vehículo que conduce: potencia, velocidad, tamaño, capacidad de frenado, etc.
·       De sí mismo: seguridad en la conducción, cansancio físico o psíquico, etcétera.





 Previsión

Una vez procesada toda la información que ha recibido, prevé lo que va a ocurrir, sus consecuencias y decide lo que ha de hacer (frenar, acelerar, girar el volante, esperar, poner el intermitente, cambiar de velocidad, etc., etc.). En definitiva, la previsión no es otra cosa que anticiparse a lo que va a ocurrir o pudiera ocurrir con las conductas de los demás para facilitar la correcta utilización de nuestro entorno vial y por encima de todo evitar un accidente o un incidente previniendo de antemano que podemos dominar la situación.



Acción/ejecución

Es la última fase de la conducta del conductor: ejecutar con precisión lo que ha decidido. Y lo realiza de manera automática, casi sin pensar qué hacer y cómo hacerlo.

Desde que finalizó nuestro aprendizaje en la autoescuela, la tarea la hemos ido ejecutando de forma cada vez más automática, conforme el control es asumido por los centros inferiores del cerebro. Y ya nos encontramos ese estadio en el que la ejecución sobre los mandos del vehículo se  vuelve tan fluida y automática que cualquier conductor o conductora conduce su vehículo mientras está pensando en otras cosas. Así, al conductor de automóvil le resulta fácil, tras años de práctica, mantener con soltura una conversación con un pasajero mientras conduce su coche por la carretera. Lo hace de manera automática, sin pensar en qué orden ha de ejecutar cada uno de los movimientos requeridos. Acuérdense de las primeras prácticas en la autoescuela.


En la fase final, la destreza se ejecuta de forma cada vez más automática, conforme el control es asumido por los centros inferiores del cerebro. Este es el estadio en el que la ejecución se vuelve tan fluida y automática que la persona puede poner en práctica la destreza mientras está pensando en otras cosas. Así, al conductor de automóvil le resulta fácil, tras años de práctica, mantener con soltura una conversación con un pasajero mientras conduce su coche por una carretera sinuosa o por una autopista haciendo las pertinentes correcciones.







Y llegado a este punto, me viene a la memoria “el dilema del ciempiés”. Es un poema corto que le da nombre a un fenómeno psicológico llamado el efecto ciempiés o el síndrome del ciempiés. 
Un ciempiés paseaba contento
Hasta que un sapo burlón
Le dijo: «Cuéntame, ¿en qué orden mueves las patas?»
Le llenó de dudas hasta tal punto
Que cayó exhausto en el camino
Sin saber cómo correr.
 El efecto ciempiés tiene lugar cuando una actividad que normalmente se realiza de forma automática se interrumpe por ser consciente de ella o por la reflexión sobre la misma. Por ejemplo, que un conductor o conductora se concentre demasiado en el orden en que ha de actuar sobre los mandos de su vehículo puede perjudicar el desempeño de la tarea. Este efecto también se conoce como  la ley de Humphrey ya que fue planteado por el psicólogo George Humphrey en 1923. En sus propias palabras: Es una rima psicológica. Contiene una verdad profunda que aparece cada día en la vida de todos nosotros. El ciempiés de quedó trabado cuando intentó pensar en el orden en que movía sus pies.
LaS vías públicas son espacios que debemos compartir. Todos los que las usamos, sea como peatones o conductores, estamos obligados a tener comportamientos que nos ayuden a circular de manera segura, fácil, cómoda y con fluidez.

Para alcanzar esa seguridad deseable no es suficiente con ser un experto en el manejo del vehículo, conocer las normas y señales de tráfico y cumplir con ellas. Es además  que nuestros comportamientos se rijan por los principios fundamentales que rigen la circulación.

Dado que ni en la Ley de Seguridad Vial ni en el Reglamento General de Circulación existe precepto concreto que exprese cuales son estos principios hay que decir que aparecen diversificados en su articulado.


Hay normas para los conductores, los ciclistas, los peatones. Todas esas normas que se aprendieron en la autoescuela están dispersas a lo largo de su articulado, pero no definen de manera expresa cuales son los principios que deban regular la circulación, pero ¿cuáles son esos principios? He aquí los fundamentales:

·       Principio de la confianza en la normalidad del tráfico.
·       Principio de la responsabilidad.
·       Principio de la seguridad o de la defensa.
·       Principio de la circulación dirigida.
·       Principio de la integridad corporal.
·       Principio de la señalización.

De no cumplirse estos principios, el tráfico vial no sería ni posible.


 * Comentaremos estos principios en una próxima entrada.




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