(I)
El conductor o conductora pasa en la autoescuela por un aprendizaje
cognitivo y un aprendizaje motor. Con el tiempo acumula kilómetros y automatiza
todas las tareas necesarias para conducir. Llega el momento que lo hace de forma automática, sin pensar. Es entonces
cuando manifiesta que conducir es una actividad simple y sencilla, pero no lo
es. Es una tarea con un grado alto de complejidad.
Durante sus desplazamientos, el conductor ha de ir, constantemente,
haciendo ajustes a la trayectoria que recorre su vehículo. Para ello necesita
captar, identificar e interpretar informaciones, analizarlas y, en base a ello,
prevenir y tomar decisiones para llevarlas a la practica en un conjunto de
acciones ejecutadas correctamente, a la vez que controla los efectos de esas
acciones mediante feed-back, que le sirve para procesar nueva información. Y
así de forma continua y sin solución de continuidad mientras está a los mandos
del vehículo. Conducir es una actividad no difícil pero sí bastante compleja, aunque a
los conductores con cierta experiencia no se lo parezca.
Las tareas básicas de esta actividad se pueden resumir en cuatro: percepción, previsión, decisión y acción.
Unas de carácter cognitivo y otras de carácter motor.
Percepción
El conductor percibe, a través de los sentidos, toda la información que le
proporcionan el entorno (estado de la calzada, señales, fenómenos atmosféricos,
otros vehículos, peatones, etc.), su propio vehículo y su estado psicofísico:
·
Del entorno: el estado
y características de la via, señalización existente, situación y velocidad de los
demás usuarios, condiciones climatológicas existentes en cada momento, etc.).
·
Del vehículo que
conduce: potencia, velocidad, tamaño, capacidad de frenado, etc.
·
De sí mismo:
seguridad en la conducción, cansancio físico o psíquico, etcétera.
Previsión
Una vez procesada toda la información que ha recibido, prevé lo que va a ocurrir,
sus consecuencias y decide lo que ha de hacer (frenar, acelerar, girar el
volante, esperar, poner el intermitente, cambiar de velocidad, etc., etc.). En definitiva, la previsión no
es otra cosa que anticiparse a lo
que va a ocurrir o pudiera ocurrir con las conductas de los demás para facilitar
la correcta utilización de nuestro entorno vial y por encima de todo evitar un accidente
o un incidente previniendo de antemano que podemos dominar la situación.
Acción/ejecución
Es la última fase de la conducta del conductor: ejecutar con precisión lo
que ha decidido. Y lo realiza de manera automática, casi sin pensar qué hacer y
cómo hacerlo.
Desde
que finalizó nuestro aprendizaje en la autoescuela, la tarea la hemos ido
ejecutando de forma cada vez más automática, conforme el control es asumido por
los centros inferiores del cerebro. Y ya nos encontramos ese estadio en el que
la ejecución sobre los mandos del vehículo se
vuelve tan fluida y automática que cualquier conductor o conductora
conduce su vehículo mientras está pensando en otras cosas. Así, al conductor de
automóvil le resulta fácil, tras años de práctica, mantener con soltura una
conversación con un pasajero mientras conduce su coche por la carretera. Lo
hace de manera automática, sin pensar en qué orden ha de ejecutar cada uno de
los movimientos requeridos. Acuérdense de las primeras prácticas en la
autoescuela.
En la fase final, la destreza se ejecuta de forma cada
vez más automática, conforme el control es asumido por los centros inferiores
del cerebro. Este es el estadio en el que la ejecución se vuelve tan fluida y
automática que la persona puede poner en práctica la destreza mientras está
pensando en otras cosas. Así, al conductor de automóvil le resulta fácil, tras
años de práctica, mantener con soltura una conversación con un pasajero
mientras conduce su coche por una carretera sinuosa o por una autopista
haciendo las pertinentes correcciones.
Y
llegado a este punto, me viene a la memoria “el
dilema del ciempiés”. Es un poema corto que le da
nombre a un fenómeno psicológico llamado el efecto ciempiés o el
síndrome del ciempiés.
Un
ciempiés paseaba contento
Hasta
que un sapo burlón
Le
dijo: «Cuéntame, ¿en qué orden mueves las patas?»
Le
llenó de dudas hasta tal punto
Que
cayó exhausto en el camino
Sin
saber cómo correr.
El efecto ciempiés tiene lugar cuando una
actividad que normalmente se realiza de forma automática se interrumpe por ser
consciente de ella o por la reflexión sobre la misma. Por ejemplo, que un
conductor o conductora se concentre demasiado en el orden en que ha de actuar sobre
los mandos de su vehículo puede perjudicar el desempeño de la tarea. Este
efecto también se conoce como la ley
de Humphrey ya que fue planteado por el
psicólogo George Humphrey en 1923. En sus propias palabras: Es una rima psicológica. Contiene una verdad
profunda que aparece cada día en la vida de todos nosotros. El ciempiés de
quedó trabado cuando intentó pensar en el orden en que movía sus pies.
LaS vías públicas son espacios que debemos compartir. Todos los que las
usamos, sea como peatones o conductores, estamos obligados a tener comportamientos
que nos ayuden a circular de manera segura, fácil, cómoda y con fluidez.
Para alcanzar esa seguridad deseable no es suficiente con ser un experto en
el manejo del vehículo, conocer las normas y señales de tráfico y cumplir con
ellas. Es además que nuestros comportamientos
se rijan por los principios fundamentales que rigen la circulación.
Dado que ni en la Ley de Seguridad Vial ni en el Reglamento General de
Circulación existe precepto concreto que exprese cuales son estos principios
hay que decir que aparecen diversificados en su articulado.
Hay normas para los conductores, los ciclistas, los peatones. Todas esas
normas que se aprendieron en la autoescuela están dispersas a lo largo de su
articulado, pero no definen de manera expresa cuales son los principios que
deban regular la circulación, pero ¿cuáles son esos principios? He aquí los
fundamentales:
·
Principio de la
confianza en la normalidad del tráfico.
·
Principio de la
responsabilidad.
·
Principio de la
seguridad o de la defensa.
·
Principio de la
circulación dirigida.
·
Principio de la
integridad corporal.
·
Principio de la señalización.
De no cumplirse estos principios, el tráfico vial no sería ni posible.
* Comentaremos
estos principios en una próxima entrada.
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