martes, 30 de marzo de 2021

LA DIRECCIÓN GENERAL DE TRÁFICO PREGUNTA…Y TU RESPONDES

 

HOY: EL ESTACIONAMIENTO EN VÍAS INTERURBANAS

Muchas veces he alabado la labor divulgativa que desde verano de 1985 viene llevando a cabo la Dirección General de Tráfico mediante su revista “TRAFICO Y SEGURIDAD VIAL”. (A finales de los ochenta del siglo pasado tuve la satisfacción de ver publicados en esta revista unos artículos míos)

De un tiempo para aquí, la DGT viene publicando en ella unas preguntas, tipo test, que cualquier aspirante a conductor  puede encontrar en el examen de teórica del permiso de conducir. Con ellas se pretende recordar distintas normas de circulación que pudieran haber caído en el cajón del olvido.

Es de sentido común que no cualquier sitio de una carretera es bueno para dejar estacionado nuestro coche, en especial si es una carretera secundaria, como nuestra familiar y añorada  carretera de Peñolite por la que tantas  veces, de niño, he transitado en aquella pesada y robusta bicicleta, el medio de locomoción de mi padre en los años cuarenta. En ocasiones subíamos hasta las higueras del “Guisque” y ya cansados dábamos la vuelta y nos lanzábamos cuesta abajo a “tumba abierta” con  el propósito de  llegar hasta la Plaza de la Iglesia casi sin dar una pedalada. Había pocas bicicletas en el pueblo, pero los chiquillos  nos las prestamos unos a otros  con esa solidaridad que caracteriza a los niños de todas las época. ¡Qué tiempos aquellos, por mucho que fueran los años del hambre!




 Para esta entrada, despertando y volviendo al tema, he seleccionado una de las preguntas publicadas por la DGT. Hace referencia, como ya hemos apuntado, a las normas sobre el estacionamiento en carreteras  de doble sentido de circulación. He aquí la pregunta:



"En esta carretera, ¿dónde se puede estacionar?

A. Dentro de la vía, en el lado derecho.
B. En ninguna parte; está prohibido estacionar dentro y fuera de la vía.
C. Fuera de la vía, en el lado derecho."

No sé qué respuesta  has elegido, pero la  correcta es la C según el artículo 90.1 del Reglamento General de circulación que textualmente dice: "la parada o el estacionamiento de un vehículo en vías interurbanas deberá efectuarse siempre fuera de la calzada, en el lado derecho de ésta y dejando libre la parte transitable del arcén" (…).

Esto quiere decir, que siempre que dejemos nuestro vehículo fuera de la calzada, en la derecha, podremos estacionar, sin miedo a que nos puedan sancionar por estacionar indebidamente. Sin embargo estacionar dentro de la calzada en vía interurbana o estacionar  dentro de la parte transitable del arcén nos puede costar 80 euros. Y si la parada o el estacionamiento se realiza en lugares peligrosos,  caso de una curva o de un cambio de rasante, o que obstaculizara gravemente la circulación, la infracción se consideraría grave y te costaría 200 euros.


Sin embargo, en el Reglamento de Circulación se contempla la posibilidad de  inmovilizar el vehículo sobre la calzada debido a situaciones de emergencia o por causa de fuerza mayor,  por ejemplo una avería o un pinchazo, sin que exista espacio suficiente para hacerlo fuera de la calzada y del arcén.

 Llegadas estas circunstancias, recuerda que debes hacer uso del chaleco reflectante y colocar los triángulos de emergencia  correctamente (a 50 metros del coche, uno por detrás y otro por delante), conectar las luces de emergencia y encender las de posición o estacionamiento si es de noche.




 A propósito de los triángulos de emergencia, y aunque no será ni mañana ni el mes que viene, ni siquiera el año próximo, ya tienen fecha de caducidad. En su lugar utilizaremos la luz de emergencia V-16, un elemento que aporta mayor visibilidad, y por tanto, más seguridad. Será obligatoria a partir del 1 de enero de 2026.

 







jueves, 11 de marzo de 2021

LOS NÚMEROS HABLAN POR SÍ SOLOS

 

El año pasado creció el número de fallecidos en turismo y furgoneta que no llevaba puesto el cinturón de seguridad en el momento del accidente, pasando del 22% en 2019 al 26% en 2020.



Durante el primer estado de alarma, (del 15 de marzo al 20 de junio)  el porcentaje de fallecidos que no hacían uso de dicho dispositivo de seguridad aumentó al 36%. De las 58 personas fallecidas, 21 no llevaban puesto el cinturón

 

Aunque los dispositivos de retención no impiden que ocurran accidentes, éstos juegan un papel muy importante en la gravedad de las heridas sufridas por sus ocupantes en caso de accidente.

 

En caso de choque los ocupantes de un vehículo sufren tres colisiones en el mismo choque:

·       Una primera, en la que el vehículo impacta con otro objeto (bien sea vehículo, objeto estacionario, ser humano o animal.

·       Una segunda, entre el ocupante que no va sujeto y el inte-rior del vehículo.

·       Y una tercera, cuando los órganos internos del cuerpo golpean contra la pared torácica o la estructura ósea.

 

La segunda colisión es generalmente la culpable de las heridas, que en muchos casos suelen ser mortales. Estas se pueden reducir en gran medida si se lleva puesto el cinturón de seguridad y el sistema de retención infantil.

 

La OMS reconoce que el uso de estos dispositivos reduce de manera aproximada la probabilidad de resultar muerto en un 50%.

Un niño que viaja sin sujeción multiplica por 5 las posibilidades de sufrir lesiones mortales o muy graves.

 

Estamos ante un tema especialmente sensible que merece una especial y profunda reflexión. Por este motivo y porque todavía  hay en nuestras carreteras conductores y conductoras que  no hacen  uso de estos dispositivos de seguridad, la Dirección General de Tráfico ha puesto en marcha, hasta el domingo 14 de marzo, una nueva campaña de vigilancia y concienciación del uso del  cinturón de seguridad y de los sistemas de retención infantil.

 

Frente a aquellos que dicen no usarlo porque “molesta” o porque “van aquí al lado”, los datos demuestran que el cinturón es el dispositivo que más vidas ha salvado y salva en carretera, puesto que su eficacia reduce a la mitad el riesgo de muerte en caso de accidente. Además, el airbag no es eficaz si no se complementa con la utilización del cinturón de seguridad ya que ambos dispositivos están diseñados para funcionar de forma complementaria.

 

El cinturón es imprescindible también en los asientos traseros ya que en caso de impacto frontal, por ejemplo, la probabilidad de que un ocupante de esos asientos golpee mortalmente a otro pasajero de delante puede ser hasta 8 veces mayor. Sin cinturón de seguridad, a 80 km/h los pasajeros de atrás no tienen ninguna forma de sujetarse y son proyectados con los de delante con una fuerza equivalente al golpe de una bola de 1.200 kg a 10 km/h, lo que podría matar o lesionar gravemente a los ocupantes de los asientos delanteros.

 

A pesar de estas evidencias, los datos recabados por la DGT reflejan que su uso en los asientos traseros es inferior al de los pasajeros de delante. En el periodo 2017-2019, el 25% de los fallecidos en turismos no usaba el cinturón en carretera, pero este porcentaje medio crece hasta el 31% en el caso de los fallecidos que eran pasajeros de los asientos traseros.

 

La normativa también obliga a llevar puesto el cinturón de seguridad en autobuses cuando éste cuente con dicho dispositivo. Desde octubre de 2007 es obligatorio que los autobuses que se matriculen lleven instalador cinturones de seguridad en todos los asientos.




¡¡¡El cinturón sigue salvando vidas, no te olvides!!!

(Fuente: DGT)




domingo, 7 de marzo de 2021

LA PRIMERA MUJER A LOS MANDOS DE UN AUTOMÓVIL

                                Bertha Ringer, una mujer a recordar.

De no ser por esta mujer, muy posiblemente la marca de automóviles Mercedes Benz no hubiera existido.

 La primera persona que se puso a los mandos de un automóvil para  guiarlo en un viaje considerado largo para aquellos tiempos fue Bertha Ringer, que al casarse con Karl Benz se convierte en Bertha Benz. Sin su fuerza de voluntad y su fe inamovible en el éxito de su esposo, los automóviles  Benz, probablemente, no habrían existido nunca. En justicia, aquellos vehículos debieron llamarse Bertha- Benz, en lugar de Mercedes- Benz.

 Los automóviles que Karl Benz había construido  habían recorrido sólo trayectos muy cortos en plan experimental. A la vista de las prestaciones de aquellos artefactos nadie se planteaba adquirirlos. Por otra parte, la  familia Benz no pasaba por un buen momento económico y Karl iba perdiendo poco a poco la fe en su proyecto.




El ingeniero, que ya  había creado el motor de combustión interna, venía trabajando  hacia unos años para encontrar la forma de acoplar su motor a un carruaje y crear así el automóvil. Su principal preocupación era hallar un conjunto orgánico que diera como resultado un vehículo móvil. Instaló un motor construido por él en un vehículo de tres ruedas al que llamó Motorwagen. Por la perfecta integración de motor, chasis y tren de tracción, puede considerarse el primer automóvil verdadero. El 29 de enero de 1986 solicitó del Gobierno alemán una patente para su triciclo. Éste puede ser considerado como el primer vehículo motorizado de la historia.

           Karl Benz era, sin duda, un inventor brillante, pero casi una nulidad en las finanzas;  le faltaba tiempo, dotes y visión empresarial para dar a conocer sus inventos, pero allí estaba su mujer.

           En honor a la verdad, la historia de este automóvil no pertenece sólo a Karl Benz. Su esposa Bertha fue fundamental en su promoción y en las mejoras que posteriormente se introdujeron por  sugerencias de ella.

 

           La opinión pública era escéptica a la capacidad de funcionamiento de aquellas ruidosas  máquinas movidas por “fuerzas extrañas”. También dudaban de su  fiabilidad. Bertha se da cuenta de que la empresa de su marido no saldrá adelante si no hay un golpe de efecto inmediato.  Quiere promocionar aquel automóvil para que el proyecto de su marido sea viable. Ya le ha ayudado en otras ocasiones. Piensa que el vehículo que su marido ha diseñado y fabricado necesita de una promoción pública que sea gratuita y  notoria y  dé mucho que hablar. 



Se pone manos a la obra. Con la complicidad de sus dos hijos, y sin que su marido lo sepa,  organiza un viaje a casa de sus padres en la ciudad de Pforzheim, a unos 100 km de Mannheim, donde vive el matrimonio Karl Benz. Su objetivo, demostrar al mundo entero que aquel automóvil, diseñado y construido por su esposo, es fiable y valido para hacer largos viajes y muy útil para  utilizarse a diario en cortos recorridos como ya ha quedado patente circulando por las calles de la ciudad de Mannheim. Quedaba probarlo en distancias largas y Bertha decide que ha llegado la hora.

 Si la aventura salía bien y se daba a conocer, las ventas de aquel automóvil  podían convertirse en un éxito financiero una vez demostrada su utilidad, fiabilidad, autonomía y viabilidad.

           El día 5 de agosto de 1888, Bertha y sus dos hijos, Eugen y Richard se levantan antes del amanecer. A Karl, que duerme plácidamente, le dejan  una escueta nota que dice: Fuimos a ver a la abuela a Pforzheim.

           Sacan sigilosamente el vehículo del garaje. Lo empujan hasta alejarlo de la casa. Cuando creen estar a suficiente distancia para que Karl no oiga el ruido, arrancan el motor del Motorwagen no.3 y se ponen en marcha. La aventura había empezado.


Como los tres ocupantes del vehículo ignoran cual es el mejor camino para llegar hasta Pforzheim,  optan por recorrer aquellos pueblos y caminos que ya conocen.  De modo que en vez de tirar hacia el sur para coger el más recto y más corto,  toman el camino hacia Weinheim, por el noreste, y una vez allí se dirigen  hacia el sur. Llegaron a casa de la abuela al anochecer. La duración del viaje no fue excesiva teniendo en cuenta que aquel vehículo no llegaba a superar los 17 kilómetros por hora y la cantidad de incidencias a las que Bertha tuvo que enfrentarse.

 

          Nada más llegar a su destino, Bertha envía un telegrama a su marido  para comunicarle  que tanto ella como los chicos estaban bien y que el viaje había sido un éxito.

 

          El comportamiento de esta mujer en aquel viaje fue equiparable al que hubiera tenido el mejor de los chauffeurs de principios del siglo XX. No sólo manejó adecuadamente los mandos de aquel automóvil guiándolo con pericia por aquellas difíciles carreteras, sino que fue solucionando todo tipo de incidencias mecánicas que se le fueron presentando.

 

          Al llegar a la ciudad de Wiesloch, observa que en el depósito de combustible del triciclo queda poca  ligroina, el combustible que empleaba el automóvil. Hoy, esta circunstancia no es un problema, pero sí lo era entonces. No se habían inventado las gasolineras. Bertha buscó una farmacia donde encontró esta sustancia y adquirió la suficiente para continuar su azaroso viaje. Hasta tres farmacias tuvo que visitar en el trayecto de ida y otras tantas en el de vuelta. La capacidad de aquel depósito sólo era de 4.5 litros.

 

          También necesitó de los servicios de un herrero para reparar la cadena de transmisión. Otro problema que se repite durante el viaje es el de la refrigeración del motor que se lleva a cabo por el principio de termosifón. El motor dispone de una envoltura por la que circula el agua como medio refrigerante. Ésta se evapora y para seguir refrigerando se necesita reponer el circuito de agua por lo que hay que buscar fuentes y, a falta de estas, recurrir a alguna que otra charca.

 

          Pero no todo, en el viaje, serán problemas. Bertha tiene la suerte de que sus ruedas no sufran pinchazos. Las traseras son aros de metal y las delanteras de goma maciza. Sin embargo, un considerable número de repechos del camino se convierten en un tormento, sobre todo para los chicos que han de bajar del vehículo y empujar. Los pocos más de dos caballos de potencia que desarrolla aquel motor no son suficientes para subir buena parte de aquellas rampas. Sus desarrollos son insuficientes,  sólo dispone de dos velocidades hacia adelante. Hasta siete repechos se encontraron. Aquel motor no desarrollaba la fuerza necesaria para coronarlos con sus tres ocupantes a bordo del vehículo.   

 

          Pocos días después de haber culminado el viaje de ida, inician el de regreso. Esta vez por una carretera más sencilla y casi en línea   recta con la ciudad de origen. También, en el regreso,  le surgen problemas, unos ya conocidos y otros nuevos como el natural desgaste del revestimiento de las pastillas de freno que soluciona buscando a un zapatero en Bauschlot. El revestimiento era de cuero.

 

          En un punto del trayecto se obturan los conductos que llevan el combustible al motor. Bertha los limpia con el alfiler de su sombrero.  A falta de cinta adecuada para aislar un cable de encendido utiliza, unos dicen que una de sus medias y otros que una  de sus ligas.  El talento y la imaginación de esta mujer encuentran solución a cualquier problema que el Motorwagen presenta.  




Aquel viaje, de ida y vuelta, fue un hito en la historia del automóvil y un acontecimiento sensacional para la época. La proeza se divulga con rapidez. Los escépticos se convencen de la fiabilidad del vehículo. Bertha no sólo había conseguido ser la primera mujer que realiza un largo viaje a los mandos de un automóvil, sino que había puesto en boca de todo el mundo las excelencias del  automóvil que había patentado su marido. Bertha había logrado su objetivo.